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miércoles, 24 de agosto de 2011

Exposición "Des-tierro"

Exposición Individual "Des-tierro"
Stefany Castillo Vargas
18 al 29 de agosto de 2011
Centro Cultural Comfamiliar (cra 54 No 59-167)
















lunes, 22 de agosto de 2011

"Des-tierro"


“DES-TIERRO”,  es la descontextualización de aquello que alejamos o apartamos y que nos transporta a lo que desenterramos o sacamos a flote; en un contexto socio-cultural, contempla la temática de la memoria a través de los ritos fúnebres que se expresan en imágenes en cementerios (estéticas de envejecimiento y deterioro), contrastándose con objetos (estéticas de evocación) que guardan los familiares de los fallecidos como si fuesen reliquias o tesoros, transformándose en patrimonios de familia con la intención de crear en el espectador anónimo encuentros cercanos con el rito y con los espacios de memoria.




SITIO ANÁLOGO

La nostalgia por la desaparición de los seres queridos, o por aquellos personajes que han marcado la sociedad, produce múltiples sentimientos que son traducidos físicamente por los dolientes de diferentes maneras. Algunas personas para retener algo de la esencia de ese ser que ya no está en este plano físico, recurren a la conservación de sus pertenencias, y a vivencias compartidas que solo se atenúan con el transcurrir del tiempo.

Con una excelente fotografía Stefany Castillo, rompe tabúes y enfrenta al espectador con imágenes perturbadoras propias de una estética muy actual que frecuentemente recurre a lo siniestro, a la memoria y a rituales fúnebres. La artista expresa conceptos envolventes, mediante objetos que son conservados como patrimonio familiar, decoraciones de los sepulcros y la arquitectura propia de los camposantos.

Realiza una investigación archivística que le permite recopilar datos de su entorno más cercano y los descontextualiza en una ambientación conformada por fotografías de gran formato, aromas, prendas de vestir y materiales orgánicos, en la que también se hace presente el abandono y el olvido.


María Rodríguez M.
Directora Titular
Proyecto de Grado 

viernes, 12 de agosto de 2011

Objetos: la ausencia y la presencia


Los objetos son parte de la cotidianidad, y comúnmente cuando los utilizamos pasan inadvertidos en cuanto a su valor e historia, pero cuando las personas fallecen o se marchan, ese objeto cambia sus connotaciones y adquiere nuevos relatos y nuevos enfoques, estos evocan al mismo tiempo presencia y ausencia, pues son la representación de la existencia y la desaparición de una persona.  Janne Teller, relata en su novela NADA, la historia del valor de los objetos para las personas:
  la historia del joven Pierre Anthon, que un día se da cuenta de que nada realmente importa en la vida; y, por lo tanto, no merece la pena hacer nada. Entonces se sube a un ciruelo, desde donde lanza mensajes desafiantes a sus compañeros de clase sobre las razones por las que, según él, nada importa. Tanto desmoraliza a sus compañeros, que estos deciden reunir objetos esenciales con el fin de demostrarle que hay cosas que dan sentido a la existencia. En su reto arriesgarán parte de sí mismos y descubrirán que solo al perder algo se aprecia su valor”.[1]

 Este texto es muy puntual porque nos permite reflexionar sobre el papel tan importante de los objetos y la necesidad de tenerlos y valorarlos, porque hacen en nuestro entorno  una representación de nuestros seres queridos que están ausentes, pero también presentes a través de la evocación.

Objeto: sombrero. Luis Tapiero "Luisa".2007

Objeto: billetera. Rafael Contreras. 2001

 Objeto: Mochila. Rafael Contreras. 2001

Alejandro Jodorowsky en su película El topo, nos muestra con ironía el sentido de la memoria, queriendo mostrar el escape de ese estado cuando un hombre le dice a un niño que entierre los objetos más preciados para él: un oso (la representación de su inocencia) y el retrato de u madre (recuerdo de su madre) “El topo es un animal que cava galerías bajo la tierra, buscando el sol, a veces su camino lo lleva a la superficie, cuando ve el sol queda ciego”[2] Se realiza todo un ritual donde tocan instrumentos de viento (flauta) mientras el niño entierra esos recuerdos que se representan a través de la imagen y los objetos.

Elemento orgánico: Caja de dientes. Luisa Gamarra. 2006

En el duelo, una de las manifestaciones más frecuentes de disipar la tristeza y ahogo emocional es a través del refugio en los objetos, que muchas veces no eran de relevancia y que pasaron desapercibidos a simple vista. Jean Baudrillard habla acerca de la necesidad de recuperar el tiempo perdido a través de lo inmutable, de lo objetual: “los objetos cotidianos proliferan, las necesidades se multiplican, la producción acelera su nacimiento y su muerte”[3] Haciendo un paréntesis y reflexionando sobre el difunto,  este permanece inmóvil, quieto, frío, pasivo y sin función, retomando el papel de los objetos, que aparentemente se encuentran sin función y pasivos en la cotidianidad, se transforman paradójicamente al morir su dueño y recobran una función mental y activa para los familiares del fallecido. Son transformados y guardados como reliquias y perduran por muchos años, de esa manera, pasan a ser un patrimonio de familia, donde se desencadena una herencia de la memoria de generación a generación. “Todo objeto transforma alguna cosa, el grado de exclusividad o de socialización en el uso (privado, familiar, público, indiferente)”[4] Se transforma el análisis funcional, y estructural de aquellos objetos cuando se comparte la historia detrás de ellos, al reiterar el pasado y hacerlo público.

En nuestra cultura la obtención y la archivación de éstos, dan una necesidad de satisfacer la vida y controlar los vacíos ocasionados por la perdida de una persona cercana; los familiares del difunto entran en una relación con ellos a través de los objetos y esto se torna como una forma de comunicarse con el fallecido. Existe una intensa significación cultural, a veces no somos conscientes  de lo que simboliza en nuestra vida ordinaria, cuando nos topamos con una realidad frustrante y desconsoladora, transfiguramos nuestra posición y nuestra conducta, “el discurso psicológico y sociológico nos remite continuamente al objeto, a un nivel más coherente, sin relación con el discurso individual o colectivo”[5] adoptamos nuevas formas de socialización, donde las necesidades, las prácticas y las exploraciones encaminan nuevos enfoques para aceptar una realidad.

Los objetos adquieren vida después que son comenzados a ser valorados, y no existiendo como piezas de producción y de consumismo solamente, sino también con un carácter mítico, de posesión y personalización.  En los límites, los objetos traspasan la barrera de lo abstracto y se unifican a lo concreto. Lo que para muchos puede ser viejo, desgastado y tétrico, para otros es la manifestación del valor que se tiene hacia una persona que ya no está presente y que desapareció físicamente; es allí donde la ausencia y el vacío no podrán cohabitar del todo con ellos, pues al evocar, recordamos y al recordar, perpetuamos y por consiguiente el vacío y la ausencia desaparecen de cierta manera.

         “Se quebró la mirada, enmudeció en silencio
                        Imperceptiblemente, se instaló la ausencia”*
                                                                                                                      *Anónimo

La ausencia es la etapa del abandono; antónimo de presencia, relacionado con separación, alejamiento, distancia, desaparición. En ese periodo todo se enmudece, todo permanece en silencio, parece solitaria y tranquila, pero es siniestra, escalofriante y horrorífica.  No hay algo más peligroso que el silencio, porque hace parte de lo inhabitable. Es por esto que en Occidente esa sensación es índice de que todo marcha bien, de que hay tranquilidad o sencillamente ronda la indiferencia o el miedo.

Este estado es muy común en un país que ha sufrido por mucho tiempo el transcurrir de la muerte lenta (muertes naturales) y la muerte fulminante (por actos violentos), ésta última se  ha visto cotidianamente donde no solo fallece quien lo vive físicamente sino también aquellos que sienten la ausencia como consecuencias de la desaparición que también subyace en la tortura del secuestro, lejos de sus familias,  hogares y trabajos. Los desplazados dejan la labranza y toman las riendas de la mendicidad en contra de la voluntad; estos son ejemplos de las ausencias en nuestra vida cotidiana, en la realidad colombiana, que hacen de esas personas y sus familiares, muertos en vida “además de la muerte absoluta, existen otras variantes que podrían denominarse muertes vividas, tanto físicas (parálisis, mutilaciones…) como psíquicas (muerte de un ser querido, abandono…)”[6] La ausencia pasa a ser un estado que se transforma cuando adquirimos una posesión de la presencia de un ser querido a partir de los objetos, donde se emplazan valores, resignificaciones y apegos emocionales que ayudan a disipar el dolor y acentúan un ritual fúnebre.


[1] TELLER, Janne. Libro: NADA. Editorial  Seix Barral S.A. Barcelona.  2011. URL: http://www.planetadelibros.com/pdf/Nada.pdf (consultado 1º de agosto/10)
[2] JODOROWSKY, Alejandro. Película “El Topo. 1971
[3] BAUDRILLARD, Jean. El sistema de los objetos: Introducción. Editorial Gallimard. Pág 1.1968
[4] Ibíd.
[5] Ibíd.
[6] *BOZAL, Valeriano y DE LA CRUZ, Lichet. Virginia. Imágenes de la violencia en el arte contemporáneo: Más allá de la propia muerte. En torno al retrato fotográfico fúnebre. Pág. 152. A. Machado Libros S.A. Madrid-España. 2005.