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viernes, 3 de mayo de 2013

RASTROS INVISIBLES

Desde diciembre de 2012, hasta febrero de 2013, estuve realizando un trabajo social con la colaboración de la ONG: Aiesec en Colombia- Maringà,Brasil en un asilo en Mandaguari, Paranà, en el sur de Brasil. Allí conocí a un grupo de personas maravillosas que me enseñaron muchas experiencias sobre su vida y me permitieron crear una obra donde los protagonistas de la historia son ellos mismos. 

Rastros Invisibles es una propuesta fotográfica que busca resaltar los talentos, aptitudes e historias de internos del Asilo sao Vicente de Paulo, ubicado en Mandaguarí – Paraná (Brasil) y también la memoria de objetos que han permanecido por años en ese lugar y que por algunas razones pasan desapercibidas ante la sociedad. Con esto quiero demostrar que aquellas personas que se encuentran casi desterradas en estos lugares son todavìa personas valiosas, llenas de sabidurìa y conocimiento, son como una herramienta vieja y usada que en vez de ser un estorbo, son el patrimonio tangible e intangible de una sociedad, son memoria, no un recuerdo.




Altivo, es  un anciano de 72 años que tiene problemas de visiòn, no puede caminar bien, por lo que usa un bastòn, permanece en el Asilo de Mandaguarì por su propia voluntad pues se quedò sin familia. Apasionado de la mùsica, toca el acordeòn, con otros internos tiene un grupo musical que anima a los demàs, con un ritmo llamado: Mùsica Gaucha.








Joao Ananias, es de Mina Gerais, un sector en Brasil que se caracteriza por el trabajo de la tierra y la minería,   sus  manos y su rostro, son el reflejo del tiempo y del trabajo que ejecuta aún por momentos en el Asilo de Mandaguari, él tiene 67 años y está por su propia voluntad.







Efigenia, es la más adulta de los internos, tiene 92 años, no está por su propia voluntad en el Asilo de Mandaguari, pues su hijo la llevó al lugar hace 4 años y desde 14 meses atrás no la visita. Ella no habla con nadie, solo con su hijo; camina con dificultad, por tal razón es trasladada en una silla de ruedas por las enfermeras. Encerrada en la celda de su propio cuerpo y su propio silencio, donde la certeza de ver de nuevo a su ser querido està en tinieblas.